miércoles, 17 de marzo de 2010

EL PATADON DEL PODER

Lima 17 Marzo 2010, (El Informante Perú).- En pleno auge del fujimontesinismo, cuando Toledo tocaba muchas puertas y los que ahora son sus amigos antes lo ninguneaban, "por no representar a nadie en aquellos años", al Comercio, los montesinistas, lo tenían en la mira y le escarbaban a más no poder todos su "pasado". Sólo el canal N era su vocero en aquellos años aciagos de poder y autoritarismo.

Ya en plenas elecciones del 2000, cuando Toledo arremetió con todo en las encuestas, mucho recuerdo cuando en el hotel Sheraton faltando segundos para las 4 de la tarde. Todos los periodistas allí presentes, entre camarógrafos, fotógrafos, redactores y reporteros, de todos los canales y radios, en su mayoría tomados por Montesinos, nos abrazamos y dimos vivas, hurras y aplausos al ver que Toledo le ganaba a Fujimori y había segunda vuelta. Cosa que horas después todo cambio, una historia harto conocida cuando finalmente toda la cúpula opositora se reunió en torno al "cholo sano y sagrado".

Pero siempre recuerdo esa imagen de aquellos periodistas anónimos que, si bien algunos pertenecían, a Panamericana de Shultz o América de Crousillat, fuera de nuestros centros de labores teníamos el derecho de expresarnos libremente y repudiar ese acto totalitario, cosa que por problemas de sueldo y quizá de familias a quien mantener no se podía realizar en aquellos canales tomados por Montesinos.

Lo que sucede actualmente en nuestro país, me trae ese viejo recuerdo, ahora que se esboza alegremente la tan mentada "libertad de prensa".

En estos últimos días los peruanos hemos sido testigos de hechos tan cuestionables como repudiables, desde el asolapado indulto humanitario otorgado en favor de José Enrique Crousillat, la intención de tomar el control de América TV, las pataletas del Comercio ante el anuncio de investigar el traspaso comercial de dicha televisora, la revocatoria del perdón presidencial, la orden judicial de captura del indultado por el sospechoso trámite de la gracia presidencial y la terca permanencia de Aurelio Pastor como ministro del gobierno aprista, lo que terminó con el tremendo patadón al ahora ex ministro Pastor perpetrado por el gobierno de Alan García gracias a la maquinaria realizada por El Comercio y todo su poder.

El problema suscitado empieza desde la raíz, con el misterioso indulto otorgado a José Enrique Crousillat. Es que, ¿Alguien puede pensar que García, un viejo lobo de la política, va firmar algo con los ojos cerrados? Por favor.

En diciembre pasado el ex dueño de América Televisión, de 77 años, obtuvo un indulto presidencial por "razones humanitarias" debido a una supuesta enfermedad cardíaca terminal, lo que fue cuestionado por diferentes sectores, después de que algunos medios de comunicación difundieran imágenes de Crousillat en lujosos lugares de ocio y, en medio de la tormenta, el titular de Justicia, Aurelio Pastor, defendía a capa y espada esta gracia presidencial, un actitud que le costó el cargo.

Desde aquel indulto, los acontecimientos dividieron a lo que estaban a favor y a los que estaban en contra. Y es que, mientras Pastor se empeñaba en defender lo indefendible, poco a poco El Comercio ejercía asolapadamente sus influencias.

La gota que derramó el vaso, fue la declaración de Pastor de proponer una comisión investigadora para averiguar cómo se realizó el pase de América Televisión al consorcio Plural (El Comercio y La República).

Siempre pensé, desde las épocas de Shultz- Delgado Parker, que luego de la corrupción realizada por los broadcaster que vendieron la línea de su canal a Vladimiro Montesisnos-Alberto Fujimori, lo más lógico hubiera sido que el Estado cerrase esos medios y realice una licitación transparente. Pero claro proponer eso, era ir contra la tan mentada "libertad de expresión".

Sin embargo surge la pregunta: ¿Cuál libertad?, Será la empresarial o ¿acaso no botaron a Beto Ortiz por hablar de los intríngulis del Comercio?

Lo cierto es que ni ahora ni nunca los canales 5 y 4 debieron pasar, ni a Shultz ni a Crousillat, ese sería la mejor sentencia para aquellos personajes de cuello y corbata que se entregaron a la corrupción y que hoy por hoy quieren volver a tener el poder que antes ostentaban.

Pero al enfermito José Enrique, próximo a la tumba, le dieron su gracia presidencial y él, ni cortó ni perezoso, cuál Lázaro resucitado, denunció a varios personajes entre los que se contaba Toledo, Bertini y los Miró Quesada. Y aquí surge otra lógica elemental, ¿Ustedes creen que Crousillat iba actuar sólo para volver a retomar América Televisión? Sobran los comentarios.

Crousillat, al igual que Genaro Delgado Parker que ahora vive "el reposo prudente", pero seguramente dentro de un tiempo volverá, son de aquellos broadcaster que consideran que el tiempo es el mejor remedio para el olvido y de sus irregularidades nadie se acordará, por eso luego de un tiempo quieren retomar la empresa que antes fue suya y que a todas luces es la ostentación del poder máximo dentro de las comunicaciones.

Mientras tanto, Aurelio Pastor volvía a las andadas y seguía defendiendo lo indefendible, hasta se atrevió a decir que renunciaría si revocaban el indulto a Crousillat, en momentos en que muchas bancadas exigían la renuncia del Ministro por la ineficiencia demostrada al otorgar un indulto a alguien que había sido cómplice del Fujimorismo. Pero cuando se revocó el indulto, ¿qué era lógico que sucediera?, no era la renuncia del mismo Pastor al cargo como lo había anunciado. Porque si Pastor pretendía quedarse, mejor no hubiera dicho nada. Lo cierto es que él mismo Pastor se puso la soga al cuello, mientras la jauría lanzaba todo su misil para castigar la osadía que tuvieron de intentar investigarlos.

El ex ministro al notar que su caída era cuestión de horas volvió a despotricar y echar la culpa al Comercio, pero eso de nada valió porque Toledo desde Estados Unidos, dentro de toda su perorata, ya había dicho algo que cayó hondo en las huestes apristas. "Hay un complot perpetrado en mí contra para desprestigiarme políticamente". Toledo es un ex presidente y su voz tiene eco internacional, eso lo sabe García quien rápidamente retrocedió y despojo del indulto a Crousillat.

Sin duda, las declaraciones de Pastor contra El Comercio cavaron la tumba del ahora ex ministro. Horas después García firmaba la salida de Pastor. Algo nunca visto en nuestra historia republicana y es que constituye la primera vez que un ministro no renuncia al cargo, sino terminan sacándolo. En otras palabras lo botan como a un perro.

Y aunque la operación “compra de América Televisión” reúne todos los requisitos de ley. La lógica invita a pensar que García sabía lo que firmaba al indultar a Crousillat, que El Comercio no permitiría que nadie se atreva a cuestionar sus transacciones y que Aurelio Pastor simplemente fue el peón cambiable en esta lucha por los intereses comerciales donde la libertad de prensa no tiene nada que ver.

Mientras tanto José Enrique Crousillat, solo contra el mundo, será solamente un viejecito como su colega Genaro, al que solamente le quedará pactar con sus amigos de antaño y seguir intentando volver a tomar el control del que cree que es su canal. Esa televisora que lo perdió desde el momento de pactar con Montesinos y vender algo que es lo más preciado entre los peruanos comunes y corrientes, la libre expresión.

Crousillat vendió su alma y eso es irrecuperable. Pero, ahora que está hundido, a través de su abogado Jorge Castro, amenaza con difundir información y videos comprometedores. Que risa que da este señor. Es que no hay nadie que lo haga entrar en razón, de que ya no estamos en los noventa sino que estamos en el 2010. Que le hubiera costado irse a vivir y reposar tranquilamente. Sus errores otoñales le costarán nuevamente la cárcel.

Los peruanos comunes y corriente, que podemos opinar libremente, seguiremos leyendo los comentarios y opiniones del poderoso consorcio familiar, pero nunca será influencia entre nosotros. Eso ya quedó demostrado durante la época de Montesinos.

No obstante si hay un victorioso en todo este asunto es El Comercio porque quiéralo o no, sacó a un ministro y hundió a un viejito broadcaster que se creía triunfador y que pensaba que seguiría contando con el poder de su lado. Pero se equivoco porque el jefe aprista es así, ayuda pero de ninguna manera pondrá el pecho por él ni por nadie. Por eso echó a patadas a su ministro para intentar cerrar el tema y luego declarar alegremente "que la libertad de prensa jamás será tocada".

Como dicen los argentinos: “Andá a cantarle a Gardel, viejo”. Y es que mejor hubiera dicho, ¡Que viva la libertad de empresa, caracho...!

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