miércoles, 2 de mayo de 2007

OLLANTA Y LOS SUPUESTOS NACIONALISTAS


Ya pasó el primero de mayo. En realidad casi ni existe, en nuestro país, este tipo de homenajes pues, ya no estamos como antes, en que las ideas radicales de nuestros gobernantes, prácticamente nos obligaban a participar u observar marchas sindicalistas cuyas ideas comunistas eran propias de los años sesenta o setenta e incluso hasta principios del primer gobierno de Alan García, cuando el líder aprista denostaba del “imperialismo yanqui”. Felizmente para los peruanos el tiempo parece haberlo hecho cambiar y, a pesar de los reparos que tenemos hacia algunas actitudes tanto de él como de sus colaboradores, no podemos dejar de alegrarnos por los esfuerzos que realiza porque el TLC sea aprobado. Casi antológico resulta observar las fotos de Alan con George Bush, impensable para una persona que durante su primer gobierno fustigaba de todo acto realizado por Washington.

Ahora las cosas son distintas, prácticamente muchos gremios sindicalistas han desaparecido y otras son seriamente cuestionadas. El pueblo observa que en nadie se puede confiar y simplemente, en un país como el nuestro, se debe tratar de subsistir y ver como llevar el pan a nuestro hogar. Toda vez que entre el gobierno, empleadores, y sindicalistas, más existe interés y conveniencia propia, que una verdadera ayuda a los trabajadores.

Felizmente que en el Perú podemos todavía pensar libremente y escoger lo que mejor nos convenga. No como en países como Bolivia y Venezuela (ni que decir de Cuba) donde bajo el disfraz del nacionalismo a ultranza se atropella impunemente los derechos de los demás. Lo que hubiera sucedido aquí si hubiera llegado Ollanta Humala al poder.

Es que conforme ha transcurrido el tiempo, desde las pasadas elecciones, hemos visto que los llamados nacionalistas son solo un grupo de fanáticos del comunismo y la estatización, lo que hubiera llevado al país a un desastre irremediable.

Pero ¿Porque surgió Ollanta Humala? Simplemente porque la gran mayoría de peruanos deseábamos darle una lección a nuestra clase política, que por años lo único que hizo fue servirse del poder para provecho propio y de sus amigos de turno (empresarios, alcaldes, y demás).


Por eso gran parte del país deseaba un cambio pues se asqueaba que “los mismos de siempre” roten en el poder con la ayuda de empresarios poderosos que producto de mezquinos intereses solo hacían el “negocio de su vida” bajo el manto de la “sacra democracia”.

Por ello los electores vieron en Humala, “una alternativa diferente”, sin embargo desde las denuncias en Madre Mía hasta la intromisión de su mentor Hugo Chávez, propiciaron que esta propuesta sucumbiera.

Primero fue la “escapada” de aquellos que antes eran sus incondicionales y que con total desparpajo demostraron como cada vez es necesaria una ley de partidos políticos en el Perú que evite el acomodo y el transfugismo político. ¿Pero como hacer realidad esto, si nuestro país está regido por muchos que han hecho del lobby, la conveniencia y el interés, “el pan nuestro de cada día”?

Con el tiempo el pueblo peruano también observó como los posibles socios de Humala pretenden, merced a sus ideas nefastas, imponer políticas y actitudes propias de dictadores militaristas, para mayor gloria de alguien cuyos signos de recuperación y establecimiento todavía son inciertos, sobretodo ahora que no asistió a los festejos del primero de mayo, como lo es Fidel Castro.

Allí está Evo Morales y su ola de estatizaciones lo mismo que su pretendida aspiración de reelegirse. ¿Pensar que ese noble pueblo lo eligió porque estaba cansado del caos que imperaba en su clase política? Sin embargo con Morales pueden ocurrir cosas peores.

Ni qué decir de Rafael Correa que en Ecuador ya busca “cambiar leyes” y cuyas inocultables simpatías hacia la corriente “chavista castrista” augura momentos nada agradables para ese gran pueblo ecuatoriano.

Y que me dicen de Hugo Chávez que endilga a los pobres venezolanos horas de horas de su programa, en cadena nacional, llamado “hola presidente” lleno de arengas e insultos contra quien no comparta sus ideas, además de imponer a su pueblo sus doctrinas políticas y hasta convencernos en temas inverosímiles como “a no ver telenovelas, pero sí a leer libros conteniendo la doctrina política de su preferencia”. Por si fuera poco va cerrar una televisora que no piensa como él. Atropellos y más atropellos para alguien que impone las viejas costumbres izquierdistas que jamás fueron solución para el desarrollo de un país. Aunque ahora el poder del petróleo permite que Chávez tenga una de las armas más poderosas para lograr el caudillismo en América Latina.

Por eso, viendo como están nuestros vecinos es que Humala se vio en el abandono de la gran mayoría de sus votantes, aquellos que lo encumbraron en las elecciones, pero que ahora ya no lo veían con buenos ojos, por eso es que tratando de resucitar políticamente, pretendió ser “nuestro abanderado” y organizar una marcha de protesta en la frontera con Chile, inviable y hasta vergonzosa para alguien que se proclama “nacionalista”.

Luego pretende ir a Washington y realizar un boicot contra el TLC. Preguntamos: ¿A que juega Ollanta Humala? ¿Este es la persona que estaba a punto de ser nuestro presidente? ¿Cómo estaría el Perú en sus manos? Dicen que muchas veces el tiempo es el mejor aliado y vaya si estas palabras no resultan exactas para evaluar a este ex candidato presidencial. Pues pretender “resucitar” su imagen con actitudes de este tipo, en pleno siglo veintiuno y con lo necesario y urgente, más allá de algunas observaciones, que significa un TLC para la mayoría de peruanos, eso es por demás inoportuno y hasta carente de todo apoyo de las mayorías.

Enhorabuena que Ollanta Humala no haya sido presidente del Perú, pues el tiempo hizo tapar la boca a muchos que defendían esa propuesta nefasta para un país como el Perú. Estos llamados nacionalistas deberían comprender que nuestro país necesita desarrollo y no retrocesos. El entrampar y poner obstáculos significará menores posibilidades de salir adelante para todos en general. Porque ni las clases humildes de las que dicen defender podrán salir favorecidos. El querer a un país significa desear el desarrollo de todos por igual, sean trabajadores, campesinos, obreros, empleados, empresarios y demás. Porque así como existen aprovechados y corruptos empresarios también los hay entre los empleados y campesinos. La corruptela está enquistada en todas las clases sociales por eso es necesario apoyar lo más recomendable para el país y no oponerse por meros intereses políticos.

Esto nos hace reflexionar en tener cuidado en quien elegir en el futuro, pues ya sabemos que así como hay “lobos políticos” también hay “lobos con piel de cordero” que intentan apoderarse del poder para beneficio propio.

Alguien nos dijo el otro día en una conferencia de prensa: “Lamentablemente nuestro país, al igual que muchos en el mundo, están llenos de corruptos, ineficientes y aprovechados políticos, eso no cambiará jamás, pues Don dinero es poderoso caballero”. Que pena, pero tenía razón.

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