miércoles, 30 de enero de 2008

VALE MAS PREVENIR

Lima, 30 Enero 2008.- A inicios de los ochenta muy pocos pensaban que nuestro país iba ser invadido por esas hordas terroristas que trajeron tristeza y desolación. Cuando apenas unas cuantas bombardas se hacían presentes en algún punto recóndito de nuestro país nadie reparaba en ello y nuestras autoridades apenas le ponían atención a algo que creció con el correr del tiempo.

En esos años nadie se imaginó lo que se convertiría Lima cuando los terroristas llegaron a nuestra capital. Los apagones, incendios y bombardas que se escuchaban en cualquier punto de nuestra ciudad eran cosa cotidiana y la cantidad de muertos que esa asonada dejo causaron tristeza y desolación debido a que nuestras autoridades nunca previnieron que esto aumentara peligrosamente.

El asesinato en pleno centro de Lima a manos de los sicarios, de un sospechoso de narcotráfico que se disponía a actuar como testigo de cargo en el proceso que se le sigue a Fernando Zevallos, ha puesto al descubierto el libre desplazamiento que realizan estos sicarios ligados a cárteles colombianos y mexicanos matando a sangre fría para cerrar la boca a testigos claves con métodos desconocidos en nuestro medio.

José Ángel Mori Soto (a) Shevaco, presunto ex asesino a sueldo del conocido narcotraficante Fernando Zevallos, fue baleado el pasado miércoles por el centro de Lima cuando caminaba a las 2.50 de la tarde (hora local) siendo interceptado por un un sujeto que bajó de una motocicleta y le disparó en la nuca. Minutos después murió. Estaba a sólo 80 metros de la puerta de la prisión de San Jorge, adonde se dirigía para testificar en un nuevo proceso a su ex patrón, que ya cumple una sentencia de 25 años.

Más que la noticia de esta muerte, lo que ha despertado las alarmas en Perú es la forma en que Mori fue tiroteado: en pleno día, en el centro de la capital y ante un considerable número de testigos. Su cuerpo quedó tendido frente al puesto de un zapatero que estaba atendiendo al público.

Para la policía, sin duda ello es un caso poco frecuente en el Perú: un clásico ajuste de cuentas entre traficantes de droga. Pero aquí hay varías cosas que tomar en cuenta. Si Mori tenía un proceso pendiente porque se encontraba en libertad y sobretodo, si era un testigo clave en el proceso a Zevallos, porque no contaba con protección policial a cuestas.

Sin duda, como en las películas policiales, muchos son las personas que deben responder por esto. Porque más allá del prontuariado de este testigo. Ello ha servido para poner de alerta sobre la peligrosa proliferación de sicarios en nuestro país. Aunque muchos esbozan una sonrisa y piensen que esto es una exageración. Es importante tomar en cuenta que esto debe ser controlado de inmediato. Pues no queremos convertirnos en una Colombia, país envuelto en el caos y la delincuencia producto de narcotraficantes que se han impuesto a autoridades débiles, atadas de pies y manos. Aquí en el Perú debemos estar alerta para que ello no suceda.

Porque salvando las distancias, recordemos que el terrorismo empezó de esa manera. Del campo a la ciudad. Aquí, si bien el narcotráfico está muy presente en el país —uno de los principales productores de hoja de coca en el mundo—, sus actividades y la violencia que originan solían estar localizadas en las regiones de producción. Los crímenes del narcotráfico antes pasaban desapercibidos porque ocurrían en zonas rurales muy alejadas de los centros urbanos. Pero ya hace años que dejó de ser así: en agosto del 2004, Jesús Flores Matías, considerado como otro sicario de Fernando Zevallos, fue acribillado por dos sujetos que, coincidentemente, también llegaron y huyeron en moto. Poco antes, Flores Matías se disponía a declarar ante la justicia todo lo que sabía sobre el narco conocido por su apodo, El Lunarejo.

Con Mori, ya son seis los hombres asesinados por ajustes de cuentas en el entorno de Zevallos, de acuerdo con el diario El Comercio, que lleva más de 10 años investigando y denunciando sus actividades ilegales.

El ministro del Interior, Luis Alva Castro, e incluso el propio presidente del país, Alan García, han intercedido en el caso de la fiscal Luz Loayza, que denunció a Zevallos y ha pedido que se le cambie de puesto, ya que en el lugar en el que trabaja actualmente (la fiscalía de Maynas, en la selva peruana) ha sido amenazada y teme por su vida.

De una u otra manera, el caso de Fernando Zevallos, ha traído como consecuencia todos estos hechos. Ya son demasiados los casos de asesinatos de estos desalmados sicarios que buscan tapar la boca para el que ose hablar del entorno de Zevallos. Con ello buscan, seguramente, retroceder en sus declaraciones a otros testigos temerosos de correr con la suerte de Mori.

Por ello urge dotar de mejores recursos a nuestra Procuraduría Antidrogas agobiada por la gran carga procesal que pesa sobre sus hombros (42,000 casos de los cuales 7,000 son casos ingresados en los últimos meses). El estado no puede ser indiferente ante la gran responsabilidad que tienen lo que dirigen esta institución cuyas vidas están en la mira de estos delincuentes y pese a ello no hay visos de una renovación total por el contrario los expediente siguen guardados a la espera de solución.

El narcotráfico “es una amenaza mayor de lo que fue el terrorismo, porque tiene muchísimo más dinero y puede desarrollarse con mayor violencia. Estamos dentro de una bomba de tiempo permanente, cambiamos o nos podremos convertir en un “Estado narco” que nadie desea para un país como el nuestro. Nuestras autoridades tienen la palabra.




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