martes, 28 de agosto de 2007

TRISTEZA Y DESOLACION

La noche del miércoles, el Perú soportó un terremoto de gran magnitud con casi dos minutos de duración envolviendo a la población en una profunda tristeza y desolación, no sólo por los momentos de tensión que se vivieron, sino por la desgracia que nuestros compatriotas del sur perdieran a sus seres queridos al igual que todas sus pertenencias.

Han pasado ya varios días de ese trágico suceso y el número de muertos se incrementa, a la vez que la ayuda resulta insuficiente dado el número de personas que lo han perdido todo, mientras las autoridades parecen confirmar que las posibilidades de encontrar sobrevivientes bajo los escombros se agotan. Sin embargo varios días después de la catástrofe; observamos que la población en su mayoría se solidariza y contribuye con su “granito de arena” a ayudar a los más necesitados.

Eso es loable pues nuestro pueblo quiere aportar y unirse ante desgracias como esta, pero no por ello debemos dejar pasar cosas que no deberían repetirse tanto por el lado de nuestras autoridades como por el lado de grupos inescrupulosos de personas que quieren aprovecharse de nuestra desgracia.

En verdad que viendo por televisión las cruzadas que se organizan para llevar a los deudos víveres y provisiones, pensamos en los llamados simulacros, en las que participan instituciones y público en general con tal exactitud de éxito y hora que traen consigo aplausos, fotos y la promoción respectiva para los que organizan esto. Claro esta, jamás ningún simulacro se asemejará a un verdadero terremoto, pero salvando distancias, por lo menos lo que se pide en estos casos es organización y rapidez del que, se supone, esta a cargo de todo esto, como es Defensa Civil.

Porque, bueno era lógico que Alan García se aparezca por ahí, en su calidad de mandatario, pero en lugar de ministros, asesores, alcaldes y demás autoridades, quienes primero deberían estar eran las personas de Defensa Civil. Al parecer no había organización ni cuadros estratégicos, porque luego de varias horas recién se aparecieron y encima en forma desorganizada y soportando los embates de la población, merced a que el gobierno no mandó a quienes verdaderamente se necesitaba para mantener la seguridad y el orden, como era el ejército o alguna entidad militar.

Hay algunos lugares como Chincha y en zonas de Ica donde, hasta ahora, impera la desorganización. García se molesta y dice que saqueo y robo jamás ha sucedido, sin embargo han habido zonas en donde ninguna autoridad policial, siquiera, patrullara por las noches. Ahora bien el saqueo, en algunos casos, tiene que ver con la necesidad por requerir alimentos para los niños o sus seres queridos y ante un gobierno ineficiente, pues lamentablemente se opta por lo más accesible.

Alan García ha comentado sarcásticamente “ahora quieren al ejercito, pero si pasa alguna desgracia, después son los primeros en quejarse...” seguramente nuestro mandatario recuerda los abusos policiales y los problemas que acarrea esto para el gobierno, lo ha vivido el presidente en su anterior gobierno. Pero aquí no puede haber comparación. El ejército debía estar desde el principio en la zona del desastre y mantener el orden. Así como Defensa Civil, aquella institución que nos endilga simulacros en todo momento, pero a la hora de la verdad, su inoperancia fue por demás desastrosa. Y eso no es por falta de recursos. Eso simplemente se llama burocracia.

García en lugar de salir a las cámaras a las tres horas de producido el terremoto para contarnos por demás inexactitudes, inexplicables para un jefe de gobierno, debió organizar a todo sus cuadros institucionales (con el estilo que le gusta a Alan, como es el de mandar y gritar) tal vez con ello pudo haber apurado a ese ineficiente “elefante burocrático” que se muestra inoperante para ayudar, pero muy eficiente para cobrar sus abultados honorarios.

Nuestro presidente ha anunciado que propondrá (por no decir ordenará) al Consejo de Ministros la creación de un organismo autónomo para la reconstrucción de Pisco. Enhorabuena por ello, pero bajo estricta vigilancia puesto que con el paso del tiempo y teniendo en cuenta como es nuestra burocracia esperemos que esto suceda en el más corto posible.

Muchas son las reflexiones que sacamos de esta desgracia nacional, sin ir muy lejos el aumento de los productos básicos para estos casos subieron y ni que decir del transporte urbano ¡el colmo de los colmos!, sin ir muy lejos aquí en la redacción nos inundan con notas de prensa sobre tal o cual institución, en letras mayúsculas, lleva ayuda “desinteresada” a la población. ¿Entonces porque redundan tanto en el nombre de la empresa que lo envía?. Ayer nomás el Congreso nos envía una nota donde se lee: “A 230 toneladas se elevó el total de las donaciones enviadas a través del Congreso de la República a favor de los damnificados del sismo del miércoles 15 y la cantidad de aportes es de tal magnitud...”, preguntamos: ¿Para que tanta pomposidad? ¿Cuando se enviará donativos sin importar quien los envía?

Viendo las terribles imágenes de ciudades como Pisco o Ica que están desvastadas, muchos se preguntan: ¿Que hubiera pasado si el epicentro hubiera sido en Lima? Hoy estaríamos hablando de miles de muertos y la población lloraría amargamente por la incapacidad de nuestras autoridades en no hacer algo por esas viejas casonas de quincha y barro que existen en el Rímac, Barrios Altos o La Victoria y no piensan que ellos mismos deben encontrar una solución a sus carencias. Seguramente pensarán que esas viviendas a las que Defensa Civil califica de alto riesgo, nunca les pasará nada. Qué grave error, porque la gran mayoría de las casas que se derrumbaron en Pisco eran de material noble, otras también de quincha y adobe, pero se desplomaron en un segundo y mataron a centenares de pobladores. La única explicación del por qué hubo muertos en Ica y no en Lima, fue porque allí estuvo el epicentro. Imagínense que pasaría si hubiera sucedido el epicentro en nuestra capital, los muertos podrían contarse por miles, pues muchas casonas de nuestra gran Lima albergan cientos de inquilinos y hasta tienen cuatro pisos de quincha y adobe. Hoy más que nunca se debe reubicar a esas personas.

Finalmente es necesaria una investigación por el colapso del servicio telefónico de todas las compañías de fijo y móviles durante el terremoto y muchas horas después de producido esta desgracia. Salíamos de un edificio en pleno San Isidro y fuimos testigos de cómo las personas compraban tarjeta o se peleaban por acceder a las cabinas telefónicas e incluso insistían vanamente en llamar de su celular a sus seres queridos sin ningún éxito. La población no entiende como con el avance de las tecnologías digitales puedan los servicios telefónicos colapsar con tal facilidad. Y no es la primera vez que esto sucede, ya que en las pasadas fiestas de Navidad, Día de la Madre, etc., suele ocurrir lo mismo, aunque en menor magnitud. Lo sintetiza el dibujante Carlín en una ocurrente caricatura en el diario La República del día domingo donde destaca que “García encargará el asunto a la misma ministra pro empresarial que negoció lo de la renta básica, con los resultados conocidos...”
Que los lamentables sucesos nos sirvan de experiencia. Urge una reorganización y eficiencia desde ahora para que otro desastre, Dios no lo permita, no nos agarre desprevenidos.

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