Lima, 23 Marzo 2011, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Elizabeth Taylor, tuvo siempre dos cosas a su favor. Su talento y su belleza. Era una reina que sobresalía por su extraordinaria belleza. Todavía la recordamos en National Velvet (Fuego de Juventud), el filme de 1945 en la que Liz, era una hermosa niña de 12 años que lleva a su caballo a la victoria en la prestigiosa carrera Grand National.
Imposible no adorarla en sus siguientes películas. Hasta que Taylor pasó de ser una niña estrella a una belleza deslumbrante en El padre de la novia, en 1950, junto a Spencer Tracy.
Antes fue una de las protagonistas de Mujercitas y luego llegaría ese salto glorioso que la catapultara a la cima y ello llegó en 1951 con Un lugar en el sol, basado en la novela de Theodore Dreiser. Una tragedia americana. La película fue dirigida por George Stevens y coprotagonizada por su gran amigo Montgomery Clift, después vendría La senda de los elefantes o Gigante junto al mítico James Dean. Así iría acumulando setenta títulos como actriz que le valieron cinco nominaciones al Oscar y dos estatuillas.
La carrera de casi medio siglo de Taylor le trajo dos Oscar: El primero le llegó en 1960 por su trabajo en Una mujer marcada ("Butterfield 8), donde daba vida a una prostituta de lujo. Antes ya había estado nominada tres años consecutivos por El árbol de la vida (1957), La gata sobre el tejado de zinc (1958) y De repente, el último verano (1959).
Posteriormente llega "¿Quién teme a Virginia Woolf" (1966), el drama dirigido por Mike Nichols, considerada su mejor obra. En 1992 recibió el Premio Jean Hersholt Humanitario, como vocera de varias causas, principalmente de la investigación del sida.
Su vida tuvo tanto drama como sus casi 50 papeles en el cine y fue lo que más despertó interés entre el público, que no se quiso perder ni un solo detalle de su vida amorosa y sus archiconocidas batallas contra el alcohol y las pastillas.
Siempre que uno hojeaba las viejas revistas "Vanidades" o "Buenhogar" había algo que encontrar de ella. Sus escándalos, sus declaraciones y sus miles de romances. Pero solamente uno traspaso la frontera del chisme. Su tormentoso amor a Richard Burton. Recuerdo mucho, las viejas crónicas que escribía el gran periodista, Gonzalo de Palacio en aquellas revistas femeninas que tanto material de chisme traía sobre las estrellas de cine.
Se conocieron filmando Cleopatra, y de allí todo fue fuego y pasión hasta que vino la separación definitiva. Se dice que nunca quiso y adoro tanto a otro hombre como el que sintió con Burton. El actor británico fue el único que consiguió que Taylor cayera dos veces rendida a sus pies. Incluso superior a su otro sonado romance con Eddie Fisher.
Recordemos que tras seis meses de viuda, Taylor se refugió en el calor de quien más conocía a su esposo Michael Todd: su mejor amigo, Eddie Fisher. El cantante, casado con Debbie Reynolds,se separó de ésta para casarse con la diva de ojos violeta. Tal fue el escándalo que Fisher tuvo daños colaterales en su carrera ya que la NBC canceló la serie televisiva del actor en marzo de 1959.
Taylor era “la mujer en la pantalla”, sus memorables personajes pasaron a la inmortalidad. Era el objeto del deseo de sus miles admiradores y un icono del cine gracias a sus memorables interpretaciones. La británica se casó ocho veces con siete maridos diferentes.
Taylor murió rodeada de sus hijos Michael Wilding, Christopher Wilding, Liza Todd, y Maria Burton. Además, le sobrevivieron diez nietos y cuatro bisnietos.
Pese a realizar pocas apariciones públicas, fue una de las pocas estrellas en asistir al funeral de su amigo y cantante Michael Jackson en septiembre de 2009, periodo durante el cual empezó a usar una cuenta en Twitter para expresar reflexiones sobre el ídolo pop y mantener informados a sus fanáticos seguidores sobre sus recaídas médicas.
En octubre de ese mismo año, Taylor fue operada del corazón tras una seguidilla de problemas de salud que le dificultaron incluso caminar. "Mi cuerpo es un desastre. Si lo miras en el espejo es completamente cóncavo. Me he convertido en una de esas pobres mujeres que se tuercen a los lados", aseguró a la revista W en 2004.
En abril de 2010 el rumor de que Taylor se había casado por novena vez con Jason Winters, representante de Janet Jackson, corrió como la pólvora en Hollywood.
Una vez más, la veterana de ojos violeta se sirvió de la red social para negar su supuesto matrimonio: "Los rumores sobre mi compromiso de boda son simplemente falsos", afirmó la mujer que hasta sus últimas entrevistas se refirió a Richard Burton como su alma gemela.
Taylor, acostumbrada a dar qué hablar por sus tórridos romances, vivía casi a solas en su mansión del exclusivo barrio de Bel Air, en Los Ángeles. "He aprendido a estar sola. Estar sin pareja no significa estar sola. Tengo grandes amigos, e hijos y nietos. Y muchos recuerdos maravillosos", comentó Taylor, que se casó ocho veces, dos de ellas con Burton.
Al ser interrogada sobre sus periodos más felices, la actriz señaló que hubo dos: los años compartidos con su segundo marido, el productor Michael Todd ("La vuelta al mundo en ochenta días"), de quien enviudó en 1958, y luego con Burton, cuyo idilio estuvo marcado por dos casamientos, el primero en 1964 -que duró 10 años, y el segundo en 1975, que duró un año. "Creí que nunca me recuperaría, ninguna de las dos veces", aseguró.
Elizabeth Taylor y Richard Burton protagonizaron al menos diez películas juntas, entre ellas “Hotel Internacional” (1963), Quién le teme a Virginia Woolf (1966) o "Doctor Fausto" (1968).
Elizabeth Taylor partió, pero la seguiremos recordando como Ángela Vickens, esa bellísima aristócrata de “Un lugar al sol”, la hermosa Leslie Benedict, el objeto del deseo de dos hombres en “Gigante”, la modelo de lujo de Nueva York, Gloria Wandrous, en “Una mujer marcada”, la impasible Maggie, de “Una gata bajo el tejado de zinc” y hasta la mítica “Cleopatra” cuyos ojos brillantes prestados por Liz embellecían la pantalla grande. Tantos personajes para una reina indiscutible del cine. Un pequeño homenaje para una leyenda del séptimo arte. Hasta siempre Liz.
Imposible no adorarla en sus siguientes películas. Hasta que Taylor pasó de ser una niña estrella a una belleza deslumbrante en El padre de la novia, en 1950, junto a Spencer Tracy.
Antes fue una de las protagonistas de Mujercitas y luego llegaría ese salto glorioso que la catapultara a la cima y ello llegó en 1951 con Un lugar en el sol, basado en la novela de Theodore Dreiser. Una tragedia americana. La película fue dirigida por George Stevens y coprotagonizada por su gran amigo Montgomery Clift, después vendría La senda de los elefantes o Gigante junto al mítico James Dean. Así iría acumulando setenta títulos como actriz que le valieron cinco nominaciones al Oscar y dos estatuillas.
La carrera de casi medio siglo de Taylor le trajo dos Oscar: El primero le llegó en 1960 por su trabajo en Una mujer marcada ("Butterfield 8), donde daba vida a una prostituta de lujo. Antes ya había estado nominada tres años consecutivos por El árbol de la vida (1957), La gata sobre el tejado de zinc (1958) y De repente, el último verano (1959).
Posteriormente llega "¿Quién teme a Virginia Woolf" (1966), el drama dirigido por Mike Nichols, considerada su mejor obra. En 1992 recibió el Premio Jean Hersholt Humanitario, como vocera de varias causas, principalmente de la investigación del sida.
Su vida tuvo tanto drama como sus casi 50 papeles en el cine y fue lo que más despertó interés entre el público, que no se quiso perder ni un solo detalle de su vida amorosa y sus archiconocidas batallas contra el alcohol y las pastillas.
Siempre que uno hojeaba las viejas revistas "Vanidades" o "Buenhogar" había algo que encontrar de ella. Sus escándalos, sus declaraciones y sus miles de romances. Pero solamente uno traspaso la frontera del chisme. Su tormentoso amor a Richard Burton. Recuerdo mucho, las viejas crónicas que escribía el gran periodista, Gonzalo de Palacio en aquellas revistas femeninas que tanto material de chisme traía sobre las estrellas de cine.
Se conocieron filmando Cleopatra, y de allí todo fue fuego y pasión hasta que vino la separación definitiva. Se dice que nunca quiso y adoro tanto a otro hombre como el que sintió con Burton. El actor británico fue el único que consiguió que Taylor cayera dos veces rendida a sus pies. Incluso superior a su otro sonado romance con Eddie Fisher.
Recordemos que tras seis meses de viuda, Taylor se refugió en el calor de quien más conocía a su esposo Michael Todd: su mejor amigo, Eddie Fisher. El cantante, casado con Debbie Reynolds,se separó de ésta para casarse con la diva de ojos violeta. Tal fue el escándalo que Fisher tuvo daños colaterales en su carrera ya que la NBC canceló la serie televisiva del actor en marzo de 1959.
Taylor era “la mujer en la pantalla”, sus memorables personajes pasaron a la inmortalidad. Era el objeto del deseo de sus miles admiradores y un icono del cine gracias a sus memorables interpretaciones. La británica se casó ocho veces con siete maridos diferentes.
Taylor murió rodeada de sus hijos Michael Wilding, Christopher Wilding, Liza Todd, y Maria Burton. Además, le sobrevivieron diez nietos y cuatro bisnietos.
Pese a realizar pocas apariciones públicas, fue una de las pocas estrellas en asistir al funeral de su amigo y cantante Michael Jackson en septiembre de 2009, periodo durante el cual empezó a usar una cuenta en Twitter para expresar reflexiones sobre el ídolo pop y mantener informados a sus fanáticos seguidores sobre sus recaídas médicas.
En octubre de ese mismo año, Taylor fue operada del corazón tras una seguidilla de problemas de salud que le dificultaron incluso caminar. "Mi cuerpo es un desastre. Si lo miras en el espejo es completamente cóncavo. Me he convertido en una de esas pobres mujeres que se tuercen a los lados", aseguró a la revista W en 2004.
En abril de 2010 el rumor de que Taylor se había casado por novena vez con Jason Winters, representante de Janet Jackson, corrió como la pólvora en Hollywood.
Una vez más, la veterana de ojos violeta se sirvió de la red social para negar su supuesto matrimonio: "Los rumores sobre mi compromiso de boda son simplemente falsos", afirmó la mujer que hasta sus últimas entrevistas se refirió a Richard Burton como su alma gemela.
Taylor, acostumbrada a dar qué hablar por sus tórridos romances, vivía casi a solas en su mansión del exclusivo barrio de Bel Air, en Los Ángeles. "He aprendido a estar sola. Estar sin pareja no significa estar sola. Tengo grandes amigos, e hijos y nietos. Y muchos recuerdos maravillosos", comentó Taylor, que se casó ocho veces, dos de ellas con Burton.
Al ser interrogada sobre sus periodos más felices, la actriz señaló que hubo dos: los años compartidos con su segundo marido, el productor Michael Todd ("La vuelta al mundo en ochenta días"), de quien enviudó en 1958, y luego con Burton, cuyo idilio estuvo marcado por dos casamientos, el primero en 1964 -que duró 10 años, y el segundo en 1975, que duró un año. "Creí que nunca me recuperaría, ninguna de las dos veces", aseguró.
Elizabeth Taylor y Richard Burton protagonizaron al menos diez películas juntas, entre ellas “Hotel Internacional” (1963), Quién le teme a Virginia Woolf (1966) o "Doctor Fausto" (1968).
Elizabeth Taylor partió, pero la seguiremos recordando como Ángela Vickens, esa bellísima aristócrata de “Un lugar al sol”, la hermosa Leslie Benedict, el objeto del deseo de dos hombres en “Gigante”, la modelo de lujo de Nueva York, Gloria Wandrous, en “Una mujer marcada”, la impasible Maggie, de “Una gata bajo el tejado de zinc” y hasta la mítica “Cleopatra” cuyos ojos brillantes prestados por Liz embellecían la pantalla grande. Tantos personajes para una reina indiscutible del cine. Un pequeño homenaje para una leyenda del séptimo arte. Hasta siempre Liz.
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